Los humanos están en el centro del diseño. Diseñar es un verbo; diseñar es humano. El diseño aborda las necesidades, deseos y sueños de las personas. Es la acción de replantear, innovar, ejecutar y curar mientras buscamos lo nuevo, lo que encaja, lo que nos emociona. La inteligencia artificial es excelente (y cada vez mejor) en la ejecución. Pero la creatividad humana es el motor, y la humanidad, la guía.

El diseño basado en IA no es el futuro: es el presente. La pregunta ya no es “si” o “cuándo”, sino “cómo” y “por qué”. Si se adopta con criterio, la IA puede convertirse en nuestra compañera creativa, trabajando a nuestro lado para ampliar nuestras capacidades humanas. Los experimentos de Monotype con IA, aunque aún en sus primeras fases, han dado resultados sorprendentes. Podemos esperar mucho más, y pronto.

La abundancia tipográfica hace que nuevas herramientas sean esenciales. Hoy en día, tenemos más tipografías disponibles que nunca. Esto dificulta encontrar la que realmente buscamos. Incluso los tipógrafos más experimentados solo pueden reconocer un par de miles de fuentes a simple vista. La IA puede aprenderlas todas —y podrá ayudar a quienes no son expertos en tipografía a encontrar esa aguja tan concreta en un pajar enorme.

No solo esperes más tipografías: también espera ver más letras diseñadas a mano. La IA está logrando resultados impresionantes en el diseño de letras, creando hermosos arreglos tipográficos. Seguirá mejorando. En el futuro, las letras expresivas podrán ser creadas sin necesidad de recurrir a fuentes predefinidas.

La tipografía se está volviendo más personalizada. La tipografía impresa proporciona una experiencia estándar y estática que es igual para todos. Esto da control a los diseñadores, permitiéndoles crear una experiencia específica. Hay ventajas al saber cómo tu audiencia percibirá tu trabajo. Pero las necesidades de los usuarios pueden variar considerablemente. La IA nos brinda la posibilidad de un futuro digital más personalizado, con textos dinámicos que pueden adaptarse a nuestras preferencias y requerimientos individuales, cambiando fuentes, espacios, colores, diseño e incluso idioma para ajustarse a nuestras circunstancias. ¿Qué impacto tendrá esta transición hacia experiencias tipográficas más individualizadas en el diseño y la cultura?